lunes, 18 de noviembre de 2013

Tres Comentarios


Los comentarios son más bien precisiones personales de tres artículos aparecidos hoy, 18 de noviembre en El Nacional.
1.- El Sr. Eduardo Semtei (@assemtei) en su artículo The economy,stupid (ElNacional-pág.8.OPINIÓN) , cita el apóstrofe que Bill Clinton le “acuña” a George Bush en 1992: “Es la economía, estúpido”. En mi opinión, el Sr. Semtei cae en el mismo error de muchos analistas y articulistas, que se lo aplican al pobre (porque carece de todo, menos de dinero) presidente Maduro, en relación al desastre actual que padece nuestro pobre (aunque no todo se ha perdido) país.
Y digo error, porque siguiendo la Instituta del Derecho Romano: causa causae causa est (la causa de la causa es causa) yo escribí un tweet, hace tres días en el que parafraseaba el apóstrofe citado, el cual quedaba: “Es Giordani, estúpido”; me explico: Venezuela está quebrada (efecto ) por el mal manejo económico de Maduro (causa); economía dirigida por Giordani (causa de la causa); o sea él (Giordani) es la causa del desastre. Escribí ese tweet, porque hasta ahora, casi ni se hablaba  de Giordani, verdadero causante de la debacle económica. El problema es que como yo soy un “perro” a la izquierda, y no tengo ninguna repercusión, nadie me oye ni me hace caso.
Afortunadamente El Nacional, que sí tiene peso, escribe coincidencialmente hoy, su editorial “El triunfo de Giordani” en el que ¡por fin! desnudan a Giordani, quien no es ningún “tipo curioso” como dice el editorial, sino el tipo más nefasto que ha tenido la república en sus más de 200 años de vida; verdadero causante de los 200 años de atraso de la nación; y digo 200 años, porque estamos como la Venezuela de 1813-14: llena de todas las calamidades posibles, dividida, quebrada, sin economía, sin producción, en una guerra civil con más muertos, numérica y proporcionalmente, que la de esos años. Y esa Venezuela, recién nacida, hasta nos llevaba una ventaja, porque en esos años (con todos los inconvenientes producto de la situación bélica), la parte realista tenía leyes y gobierno, lo mismo que la parte republicana, cosa que no ocurre hoy, pues vivimos en un Estado, que yo llamo, anomiárquico, es decir un Estado sin ley (anomia) y sin gobierno (anarquía).

2. Lo anterior sirve para mi segundo comentario:
En la misma página (ElNacional-pág.8.OPINIÓN) el acucioso analista Armando Durán (@aduran111) escribe “El rábano y las hojas” un interesante y bien estructurado artículo, como buen filósofo y escritor que es; sin embargo comete un error al  hablar de la “…anomia colectiva y voluntaria de la dirigencia opositora”, sin mencionar la verdadera anomia, que está o padece el Estado venezolano.
Como toda persona medianamente culta sabe, anomia significa sin ley, y esa anomia  no la veo tanto en la dirigencia opositora, sino en el país nacional, porque como acabo de decir, estamos en un país anomiárquico (sin ley y sin gobierno). Ahora bien, lo menciono, porque es la segunda persona o articulista que en los tres últimos días menciona la anomia, una triste realidad en la Venezuela actual, a la que hasta ahora nadie le ha querido dar importancia, hablando solamente de la anarquía, siendo peor la situación real del país al unirse la falta de ley con la falta de gobierno. De la anomia también puse en un tweet, pero como dije anteriormente, nadie me paró.
3.- El tercer comentario tiene que ver con el artículo, Ajustes etimológicos, publicado como ya dije, en la misma página; su autor, Ildemaro Torres, es un articulista al que admiro por su sindéresis y estilo; y aunque siempre leo y casi siempre coincido con él en sus enfoques, esta vez lo hice con más curiosidad por el título Ajustes etimológicos, ya que la Etimología es mi especialidad.
Sin embargo, en la primera línea me desilusioné al expresar el autor que el título era “para impresionar”, ya que esperaba que me “impresionara” con sus conocimientos etimológicos, que los debe tener y muy buenos.
Pero la falta de “etimologías” en su artículo, quedó compensada porque trató el tema de la defensa de nuestra lengua (el castellano), la lengua oficial (art.9 de la Constitución), maltratada, vilipendiada, prostituida, envilecida y violada por unos “bárbaros”, de ”pobreza cultural e idiológica”, “figurines rojos”, “símbolos de una farsa estrepitosa”, que llaman “presidente al subalterno trepador Nicolás Maduro”, “que llegó al cargo trampeando”, “un personaje que más que elemental es ignorante de la suma de principios, conceptos y experiencias requeridos para estar a la cabeza de un país”, “con…la complicidad de una corte hamponil”, “sale a recorrer el mundo turísticamente, en plan de gira vacacional familiar, con una comparsa de chupadores y una millonada de dólares del tesoro fiscal”, “haciéndose el simpático a punta de morisquetas y de decir estupideces”; “…la afamada Asamblea Nacional”…es “antro de serviles militantes, presidido por un funcionario segundón”…”desafiante matón”…   epítetos y adjetivos castizos dignos de ponerse como ejemplos de descripción  en una clase de retórica.
Pero a lo que quería referirme en esa su defensa de la lengua, es que no cayó en lo que considero un error: el de referirse a la lengua de esos tipos como una “neolengua” o “neolingua”.
Ya había criticado esa denominación por varias razones: a) porque “neolingua o neolengua” no es un concepto lingüístico; es una simple invención fantasiosa-literaria y como tal perfectamente válida en una novela como 1984 (que es una obra de ficción) en la que todo invento está permitido.
No es un concepto lingüístico porque no hay “neolenguas” : o es lengua o no es lengua; inclusive el esperanto, no es una neolengua sino en todo caso una lengua artificial. Si llamado neolengua a alguien que tergiversa el sentido de las palabras, les cambia los significados, comete errores gramaticales, etc. deberíamos llamar “neoaritmética” al que no sabe la tabla de multiplicar y suma mal; o neobiología al que disparata cuando habla de biología, etc.
b) el otro peligro es que al hablar de neolengua al habla de Chávez y sus secuaces (en vez de violación, desprecio, ignorancia y manipulación del castellano), estamos desviándonos del verdadero tema como es la violación del art. 9 de la Constitución, enfrascándonos en una discusión bizantina sobre la “neolengua”, en vez de atacar los resultados de la violación del idioma. Curiosamente en ninguno de  los foros, artículos, discusiones que se hicieron hace poco sobre el tema (la ficcional “neolengua”), hubo presencia o participación de lingüistas.
Tengo 11 largos años defendiendo el idioma constitucional en mi reducido ámbito, en mi blog “Cultura y Lengua”, en mis clases, por lo que admiro a todo aquel que también lo haga. Por eso me gustó el artículo “Ajustes etimológicos” porque Ildemaro Torres es conocido y tiene más prestigio y  mucha más cobertura; y la defensa del castellano la hizo en un castellano perfecto, y “desnudó” en un perfecto castellano, a la horda gobernante y a su banda de achichinques.