sábado, 20 de octubre de 2012

El perverso ganar-ganar de Chávez


                Para eliminar a un enemigo, según estrategas y políticos, hay diferentes fórmulas: a) desaparición (física o política) directa; b) desaparición indirecta (por anulación mediata o inmediata); c) por anonimia (desconociéndolo, no nombrándolo). Y se considera enemigo no solamente a quien toma las armas o combate a alguien en un terreno no militar, sino a todo aquel que de alguna manera sea inconveniente, o una amenaza para el “príncipe”, como diría Maquiavelo.
                En Venezuela hemos visto, para citar sólo dos ejemplos, cómo se ha aplicado la fórmula (/a/) : (desaparición física o política directa), *en el caso del fiscal Danilo Anderson (atribuido a un ataque terrorista pero lleno de confusión y contradicciones sin conocimiento más o menos creíble, hasta el presente, de los verdaderos culpables, ni materiales ni intelectuales; *en el caso   de Jesús Aguilarte, polémico exgobernador de Apure, quien murió a consecuencias de un atentado contra su persona (atribuido a sicarios) en un restaurant en Maracay…
                Por “desaparición indirecta inmediata” podemos citar el caso de Vielma Mora, quien después de una exitosa pasantía por el Seniat, un valioso Director  que salió de allí, sin explicaciones; la única posible es que era “eficiente” lo cual parece ser un defecto en la administración revolucionaria.
                Pero para entrar en materia directamente: supimos que lo de los candidatos “a dedo” de Chávez, es un plan perverso y maquiavélico, perfectamente calculado.
                Es de todos conocido la lucha por el poder y por la sucesión de Chávez , quien aunque no parezca, sabe que no es eterno y que su tiempo se está terminando…  a esto se ha ido resignando poco a poco, pero aún cree en los milagros. En su larga enfermedad se ha ido dando cuenta de que su liderazgo no es trasmisible, no tanto porque no haya alguien que no pueda sustituirlo, sino porque él no ha dejado crecer a nadie y se cree insustituible (cosa que en este momento es verdad).
                En esa lucha soterrada por el poder ha habido de todo: militares, corruptos, narcotraficantes, etc. que pensaron en un golpe a la lámpara; civiles que, apoyados en militares mediocres (como pensadores y como militares) pero con dinero producto de la más grande y obscena corrupción, pensaban en una salida “democrática” (a lo Chávez); y hasta ilusos, revolucionarios unos, de maletín y biblioteca, y otros, exguerrilleros que se quedaron congelados en el tiempo…pues bien , en este momento casi todos (por no decir todos) son una rémora para Chávez y sus proyectos más o menos póstumos.
                Chávez en consecuencia hizo un descarte y ya tomó su decisión... pero ¿qué hacer con esa cáfila de corruptos ambiciosos, caciques sin tribu, “intelectuales” achichinques, la mayoría mediocres, etc.? ¿deshacerse de ellos según el principio de “promoveatur ut removeatur” (ascenderlo para apartarlo) usado a veces, con éxito, por  la Iglesia católica, o qué ?
                Entonces “premian” a Arias Cárdenas, Jaua, Aristóbulo, Ameliach y otros, metiendo también a gente como el ya mencionado Vielma Mora, con la candidatura a unas gobernaciones importantes y que después de la “victoria-tramparente” del 7 de octubre promete, al menos en teoría, una victoria igual.
                Y es ahí donde está el perverso y maquiavélico cálculo de Chávez, que expondré en los siguientes pasos:
1.       Nombra a los precitados “camaradas” para gobernaciones tan importantes como las del Zulia, Miranda, Anzoátegui, Carabobo, Táchira, etc. Eso supone un ascenso por: a) la confianza puesta en ellos por el comandante, que se atrevió a lanzarlos a la palestra “a dedo” y sin previa consulta con nadie, (ni siquiera con ellos); la seguridad, que quiere darles, de un triunfo seguro, no por ellos, sino por él como postulante, por lo cual deben estarle agradecidos.
2.       Los precitados candidatos o ganan o pierden; pero eso no le importa mucho a  Chávez, que sabe que él siempre saldrá ganando. En efecto el (o los) ganador(es) estarán lejos de él, a su orden, como todos los gobernadores del “proceso” y sin preocupación por algún “ascenso” ya que estarán ocupados en su administración. Pero lo más importante es que no estarán en el centro del poder (ministerios, vice-presidencias, etc.) que es donde serían peligrosos.

3.       En cuanto a el (o los) perdedor(es) quedarán automáticamente descalificados para cualquier “ascenso” de categoría, de modo que son completamente inocuos para el proyecto de Chávez. Claro que alguien dirá que él preferiría que ganaran, pero que pierdan, no le quita el sueño a Chávez…por ahora, porque, supongamos el caso de Capriles: si éste gana, ya él “convivió” con Chávez y Chávez lo seguirá maltratando, tratando de anularlo, etc. Por supuesto que será mucho más difícil ya que la victoria supone para Capriles el afianzamiento de su liderazgo; eso sin embargo, tampoco le quita el sueño a Chávez por dos razones: a) si hay “falta absoluta” Chávez sigue la filosofía de Epicuro del no miedo a la muerte, que se puede enunciar así: “no le temo a la muerte porque cuando yo estoy ella no está  y cuando  ella está yo no estoy”; b) su otra “filosofía” es la de: “Après moi, le déluge (“Después de mí, el diluvio”), atribuida al rey de Francia Luis XV (1710-1774); y c) y si no hay “falta absoluta” ya él tendrá tiempo de arreglar cualquier cosa que se presente. 

Conclusión: Chávez sale ganando con cualquiera de las dos opciones de sus candidatos: si ganan se los quita de encima y si pierden también. Eso supone que no necesariamente él (o su CNE) harán algo “extraordinario” para que ellos ganen, porque de ninguna manera le van a añadir poder a su “omnipotencia” actual; a lo sumo la victoria de gobernaciones por parte de la oposición, tal como están las cosas, sólo supondrá una piedra en el zapato para un Chávez arbitrario y prepotente.

          De todos modos nos sigue quedando: a)una elección por “falta absoluta”del presidente; o b) un revocatorio (en caso de un “milagro”).

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