Extracto de las palabras de Mons. Diego Padrón Sánchez, presidente de la CEV en la apertura de la XLIII Asamblea ectraordinaria. (Lo destacado-subrayado es mío G.F.H.)
El carácter
extraordinario de la presente Asamblea, motivada por la necesidad de escuchar
la voz de Dios y discernir su voluntad en medio de las actuales circunstancias
del país, pone de relieve, por una parte, la extrema gravedad de la situación
y, por otra, los desafíos que ella nos plantea a los obispos, en cuanto
ciudadanos, corresponsables del destino de la nación, y en cuanto pastores del
pueblo santo de Dios, al que
acompañamos, guiamos con la palabra del Evangelio y confortamos en sus
sufrimientos.
La Asamblea última del CELAM.
Hace cuatro días concluyó en
la ciudad de San Salvador, República de El Salvador, la XXXVI Asamblea
Ordinaria de Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en la que participamos
Mons. Reinaldo Del Prette, Delegado de esta Conferencia, y este servidor. Este
encuentro episcopal continental, con la presencia de representantes de las
Conferencias de Obispos de Estados Unidos y de Canadá, hizo conmemoración de las
efemérides más importantes de la Iglesia en Latinoamérica y El Caribe…
Como una novedad en estos
encuentros, las veintidós Conferencias
episcopales presentes acordaron, desde el comienzo, emitir un pronunciamiento sobre la situación de Venezuela en apoyo
y solidaridad con nuestro pueblo e
Iglesia. Al respecto dice el Comunicado: Nos preocupan las muertes, la
violencia, la carencia de lo más fundamental , la división, la violación de los
derechos humanos, en fin, el sufrimiento que ha tocado al pueblo venezolano,
hasta llegar a padecer una auténtica crisis humanitaria. Percibimos
también los anhelos y los esfuerzos de un pueblo que quiere vivir en paz,
recorriendo los senderos de libertad, justicia y desarrollo integral.
Convocamos a las comunidades diocesanas de América Latina y El Caribe a poner en marcha iniciativas de caridad con los hermanos venezolanos y a pensar en maneras de hacerlas efectivas, a pesar de los obstáculos que puedan presentarse. Del mismo modo, pedimos que acojan fraternalmente a aquellos que están migrando hacia diversos países y les ofrezcan con generosidad condiciones de vida digna. Hacemos un llamado a las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria para que dirijan su acción y recursos de manera prioritaria hacia Venezuela.
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Reafirmación de nuestra postura
Serena, pero firmemente, declaramos que
por ser ciudadanos venezolanos, individual y corporativamente tenemos el
derecho y el deber cívico y moral de intervenir en todos los asuntos
concernientes a la nación, sin otras limitaciones que las señaladas por la
ética y las leyes.
Somos responsablemente imparciales, pero de ninguna manera neutrales. A pesar de nuestras propias e individuales debilidades, procuramos actuar en nombre de la verdad, la justicia y la búsqueda de la reconciliación entre todos los venezolanos, como bases de un auténtico pluralismo ideológico, desarrollo humano integral y convivencia social pacífica y solidaria, camino hacia la paz verdadera y el reencuentro fraterno en el país.
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Al mismo tiempo, nos confesamos
irrestrictamente comprometidos con la promoción y la defensa los valores de la
dignidad humana y del bien común de todas las personas y de toda persona. En consecuencia, denunciamos
el dúo fatídico <<represión –muerte="">> que nos ha vuelto
dolorosa y triste la cotidianidad nacional. Reiteramos un NO rotundo a las muertes
violentas fruto maligno del desprecio a la vida, del odio de Caín hacia Abel
(Gn 4, 8) y del rechazo del mandamiento divino. ¡No matarás (Dt 5,16)
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En nombre de Dios, repetimos : Nos interpelan a diario innumerables signos de muerte presentes en el discurso oficialista amenazador, los gestos agresivos, la imagen militarista, la mentalidad de dominio y conquista, los actos de prepotencia, la conducta arbitraria, las progresivas restricciones a la libertad, la mancha de aceite de la corrupción, la ruina del campo y de todo el aparato productivo, el descalabro de la educación, la impunidad frente al crimen, la pertinaz fuga de los ciudadanos y familias.
En nombre de Dios, repetimos : Nos interpelan a diario innumerables signos de muerte presentes en el discurso oficialista amenazador, los gestos agresivos, la imagen militarista, la mentalidad de dominio y conquista, los actos de prepotencia, la conducta arbitraria, las progresivas restricciones a la libertad, la mancha de aceite de la corrupción, la ruina del campo y de todo el aparato productivo, el descalabro de la educación, la impunidad frente al crimen, la pertinaz fuga de los ciudadanos y familias.
Todo esto configura un cuadro de barbarie y violencia que en gran parte había desaparecido de nuestra cultura. Estamos regresando a etapas ya superadas, a una anticultura de muerte.
Con toda conciencia de nuestro oficio de pastores, con inquebrantable voluntad de compartir con el pueblo el destino democrático de nuestra nación, considero que el estado de cosas a que nos ha conducido el actual sistema político gobernante es razonablemente injustificable, éticamente ilegítimo y moralmente intolerable. No es este un juicio jurídico ni político sino moral y espiritual, en línea profética, que reclama una sincera conversión de las mentes y de los corazones que dé frutos de renovación, justicia y reconciliación.
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La legítima protesta en la calle ha de ser pacífica y respetuosa de las personas y propiedades, y una señal de resistencia ética y civil.
La legítima protesta en la calle ha de ser pacífica y respetuosa de las personas y propiedades, y una señal de resistencia ética y civil.
A todos los venezolanos nos ha de mover
la voz de Dios en nuestras conciencias y nos ha de impulsar al compromiso con
la verdad y la justicia, para vencer el mal con el bien (Cfr. Ro. 12,21).
En este momento es una obligación nuestra invitar a todos los dirigentes políticos, económicos y sociales, de cualquier signo y color, a ponerse del lado del pueblo y a buscar, en sintonía con el mismo, soluciones que beneficien a todos. No es momento para darle la espalda o para hacer oídos sordos a sus clamores. Al Gobierno nacional, en todas sus instancias, particularmente a El Ejecutivo, le pedimos que de verdad escuchen los clamores de la gente y resuelvan los gravísimos problemas que han provocado con medidas improvisadas y nocivas y medidas. (cfr. Comunicado de la Presidencia de la CEV el 17 de diciembre de 2016)
Muchas Gracias
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