El misterio alrededor de Misión Vivienda
Los edificios construidos en Caracas
después de 1967, cuando se modificó la norma sísmica para hacerla más estricta,
deberían resistir mejor un terremoto. Los cálculos sismo resistentes en
construcciones posteriores al terremoto deben lograr que la estructura sea lo
suficientemente resistente para que no colapse. Sobre los de Misión Vivienda no
se sabe. Según Cilento, hay un enorme
misterio alrededor de esas construcciones. El gobierno no ha aceptado que el
Colegio de Ingenieros las evalúe, incluso a pesar de las denuncias de los
habitantes sobre fallas tempranamente reveladas. Las empresas extranjeras que
los construyen aparentemente no siguen las normas nacionales, pues a simple
vista un arquitecto o un ingeniero venezolano podría determinar que no se han
respetado criterios de construcción básicos. No se sabe de estudios de suelo.
Jamás se ha hecho una licitación. No hay inspección independiente. Mucho menos
una auditoría técnica, que en los tiempos del Ministerio de Obras Públicas era
algo sagrado. El control de gestión no existe, pues a compañías que han
cometido errores gravísimos les vuelven a dar contratos. Parte del secretismo
gubernamental. En Ciudad Tiuna hay una cantidad de edificios sin terminar,
aparentemente los construidos por la Sociedad Rusa de la Vivienda. Uno de ellos
ya fue demolido.
Otro misterio es Ciudad Caribia,
construida por empresas cubanas, donde el ingreso de personas ajenas está
prohibido. Hay controles por todas partes. Con el último temblor se colaron
fotos de viviendas agrietadas. Ni imaginar el daño que podría causarles un
terremoto. Cilento asegura que las viviendas construidas por los chinos son las
mejor hechas, diferentes al desastre de los iraníes y los rusos.
Alfredo
Cilento maneja cifras: entre 2005 y 2015 se han construido 640.000 viviendas
por la Gran Misión Vivienda
Venezuela (incluyendo las viviendas construidas por el sector privado). Esto da
un promedio de 64.000 viviendas por año, menos de lo que se construía en los
años 60. Los nuevos hogares requieren 120.000 viviendas por año, lo que
significa que el gobierno sigue en déficit. Y en materia de viviendas, la gente
aquí se las ha arreglado. Las dos terceras partes de las viviendas que hay en
los barrios han sido construidas por sus propios dueños. Resultaría mejor
darles los insumos, recursos y asesoría técnica de Funvisis para que ellos
mismos las construyan.
La ponencia del ingeniero Eduardo
Páez Pumar fue sobre la “Vulnerabilidad de Accesos y Servicios Públicos ante un
Movimiento Sísimico”. Dicen que al General Gómez no le gustaba Caracas porque
era una ciudad estratégicamente pobre: cerrando Tazón, Guarenas y la vía hacia
La Guaira, queda aislada. Dice Páez Pumar que todas las rutas de acceso a la
capital están asociadas a fallas sísmicas: si ocurre un terremoto, por ejemplo,
la Autopista Caracas-La Guaira colapsaría en sus dos primeros kilómetros porque
los monopilotes colocados allí son transitorios y se necesita mayor
estabilización para que la solución sea definitiva.
La Autopista Antonio José de Sucre,
que va a oriente, tiene un talud que continúa desplazándose y la pantalla
atirantada no ha resuelto el problema. A la altura de la urbanización Miranda
no se han evaluado los tirantes que fallaron (y los que no fallaron) ni se han
hecho estudios de cargas. Malas noticias.
La Autopista Regional del Centro
tiene una severa falla en Tácata. El túnel de La Cabrera necesita un refuerzo
estructural que implica recalzar las fundaciones. El Colegio de Ingenieros de
Venezuela ha planteado hacer el recalce, pero no ha habido respuesta del
gobierno. Con la ascendente cota del Lago de Valencia, cada vez se hace más
difícil.
Las alternativas que quedan, como la
Carretera Panamericana y la vía a El Junquito, están rodeadas de barrios, por
lo que podrían colapsar también muy fácilmente.
Considera
Páez Pumar que La Carlota no debería dejar de ser un aeropuerto, pues en caso
de que los accesos a Caracas se tranquen, la vía aérea sería la única
alternativa de llevar rescatistas, equipos e insumos. Esto ya sucedió en el
terremoto de Ciudad de Guatemala en 1976, donde la única manera de trasladar
heridos, alimentos y medicinas fue con helicópteros.
La conducción de agua a la ciudad
podría verse seriamente afectada, como si ya todo lo expuesto no resultara
suficiente: el Sistema Tuy III está cruzado por tres fallas: la de Pichao, la
de Tácata y la del Río Guárico. Tampoco podría contar con su embalse
almacenador, el Tuy IV. Esto nos dejaría sólo con el Embalse de La Pereza,
porque el dique de Macarao, terminado en 1998, nunca fue llenado.
Ni hablar de la disposición de la
basura. Otro tema que ha podido resolverse con compactadoras que enviaran los
desechos vía tren al relleno sanitario, como hacen en Chile. Pero nosotros
seguimos buscando una tercera, cuarta o quinta vía, en vez de copiarnos de
quienes lo han hecho bien.
El sismo que pudiera presentarse
sería suficiente para tener un efecto destructivo especialmente en los barrios
de Caracas. Si este gobierno fue tan inepto al manejar la tragedia de Vargas
-aún con la cantidad de recursos que tenía en aquel momento- y hoy en día ni
siquiera ha sido capaz de tapar los huecos de las vías, no quiero pensar lo que
haría –o lo que dejaría de hacer- en caso de un terremoto.
Que
Dios nos agarre confesados.
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