martes, 21 de agosto de 2018

El misterio alrededor de la Misión Vivienda


El misterio alrededor de Misión Vivienda
            Los edificios construidos en Caracas después de 1967, cuando se modificó la norma sísmica para hacerla más estricta, deberían resistir mejor un terremoto. Los cálculos sismo resistentes en construcciones posteriores al terremoto deben lograr que la estructura sea lo suficientemente resistente para que no colapse. Sobre los de Misión Vivienda no se sabe. Según Cilento, hay un enorme misterio alrededor de esas construcciones. El gobierno no ha aceptado que el Colegio de Ingenieros las evalúe, incluso a pesar de las denuncias de los habitantes sobre fallas tempranamente reveladas. Las empresas extranjeras que los construyen aparentemente no siguen las normas nacionales, pues a simple vista un arquitecto o un ingeniero venezolano podría determinar que no se han respetado criterios de construcción básicos. No se sabe de estudios de suelo. Jamás se ha hecho una licitación. No hay inspección independiente. Mucho menos una auditoría técnica, que en los tiempos del Ministerio de Obras Públicas era algo sagrado. El control de gestión no existe, pues a compañías que han cometido errores gravísimos les vuelven a dar contratos. Parte del secretismo gubernamental. En Ciudad Tiuna hay una cantidad de edificios sin terminar, aparentemente los construidos por la Sociedad Rusa de la Vivienda. Uno de ellos ya fue demolido.
            Otro misterio es Ciudad Caribia, construida por empresas cubanas, donde el ingreso de personas ajenas está prohibido. Hay controles por todas partes. Con el último temblor se colaron fotos de viviendas agrietadas. Ni imaginar el daño que podría causarles un terremoto. Cilento asegura que las viviendas construidas por los chinos son las mejor hechas, diferentes al desastre de los iraníes y los rusos.
Alfredo Cilento maneja cifras: entre 2005 y 2015 se han construido 640.000 viviendas por            la Gran Misión Vivienda Venezuela (incluyendo las viviendas construidas por el sector privado). Esto da un promedio de 64.000 viviendas por año, menos de lo que se construía en los años 60. Los nuevos hogares requieren 120.000 viviendas por año, lo que significa que el gobierno sigue en déficit. Y en materia de viviendas, la gente aquí se las ha arreglado. Las dos terceras partes de las viviendas que hay en los barrios han sido construidas por sus propios dueños. Resultaría mejor darles los insumos, recursos y asesoría técnica de Funvisis para que ellos mismos las construyan.
            La ponencia del ingeniero Eduardo Páez Pumar fue sobre la “Vulnerabilidad de Accesos y Servicios Públicos ante un Movimiento Sísimico”. Dicen que al General Gómez no le gustaba Caracas porque era una ciudad estratégicamente pobre: cerrando Tazón, Guarenas y la vía hacia La Guaira, queda aislada. Dice Páez Pumar que todas las rutas de acceso a la capital están asociadas a fallas sísmicas: si ocurre un terremoto, por ejemplo, la Autopista Caracas-La Guaira colapsaría en sus dos primeros kilómetros porque los monopilotes colocados allí son transitorios y se necesita mayor estabilización para que la solución sea definitiva.
            La Autopista Antonio José de Sucre, que va a oriente, tiene un talud que continúa desplazándose y la pantalla atirantada no ha resuelto el problema. A la altura de la urbanización Miranda no se han evaluado los tirantes que fallaron (y los que no fallaron) ni se han hecho estudios de cargas. Malas noticias.
            La Autopista Regional del Centro tiene una severa falla en Tácata. El túnel de La Cabrera necesita un refuerzo estructural que implica recalzar las fundaciones. El Colegio de Ingenieros de Venezuela ha planteado hacer el recalce, pero no ha habido respuesta del gobierno. Con la ascendente cota del Lago de Valencia, cada vez se hace más difícil.
            Las alternativas que quedan, como la Carretera Panamericana y la vía a El Junquito, están rodeadas de barrios, por lo que podrían colapsar también muy fácilmente.
Considera Páez Pumar que La Carlota no debería dejar de ser un aeropuerto, pues en caso de que los accesos a Caracas se tranquen, la vía aérea sería la única alternativa de llevar rescatistas, equipos e insumos. Esto ya sucedió en el terremoto de Ciudad de Guatemala en 1976, donde la única manera de trasladar heridos, alimentos y medicinas fue con helicópteros.
            La conducción de agua a la ciudad podría verse seriamente afectada, como si ya todo lo expuesto no resultara suficiente: el Sistema Tuy III está cruzado por tres fallas: la de Pichao, la de Tácata y la del Río Guárico. Tampoco podría contar con su embalse almacenador, el Tuy IV. Esto nos dejaría sólo con el Embalse de La Pereza, porque el dique de Macarao, terminado en 1998, nunca fue llenado.
            Ni hablar de la disposición de la basura. Otro tema que ha podido resolverse con compactadoras que enviaran los desechos vía tren al relleno sanitario, como hacen en Chile. Pero nosotros seguimos buscando una tercera, cuarta o quinta vía, en vez de copiarnos de quienes lo han hecho bien.
            El sismo que pudiera presentarse sería suficiente para tener un efecto destructivo especialmente en los barrios de Caracas. Si este gobierno fue tan inepto al manejar la tragedia de Vargas -aún con la cantidad de recursos que tenía en aquel momento- y hoy en día ni siquiera ha sido capaz de tapar los huecos de las vías, no quiero pensar lo que haría –o lo que dejaría de hacer- en caso de un terremoto.

Que Dios nos agarre confesados.

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